El apoyo a las jóvenes gestantes garantiza una mejor evolución del embarazo y además, un crecimiento adecuado física y emocionalmente del bebé que está por nacer.
Adriana González * tenía 19 años y estaba en el último año de colegio. Aunque sus padres nunca la castigaron y siempre la escucharon, ella cree que fallaron en algo muy importante: jamás le hablaron sobre sexualidad. Cuando ella se aventuró a tener relaciones sexuales con su novio, no sabía cómo usar los métodos anticonceptivos y mucho menos se le pasó por la cabeza exigírselo a su pareja. El colegio de monjas tampoco le ayudó a salir de su ignorancia.
Ella creyó que con un lavado de sus genitales después de la relación estaba a salvo, pero después de que pasaron un par de semanas y el periodo no llegaba, tuvo sospechas. Esperó con paciencia a que las primeras manchas en su ropa interior le dieran la feliz noticia de que aún no sería mamá, pero los senos pesados y el dolor en sus pezones parecían mostrarle lo que ella se negaba a creer.
Su novio estudiaba en otra ciudad y a través de una llamada telefónica le contó que sus aventuras inseguras darían fruto. Un examen en la Cruz Roja le confirmó a la pareja que no había duda. Hoy con 24 años, Adriana tiene a una pequeña de 4 años.
Esta es la historia de tan solo una de las adolescentes que sin buscarlo pasan de jugar con muñecas a cambiar los pañales de sus hijos. Uno de cada 100 niños nacidos en el mundo es hijo de una de ellas y entre las consecuencias está el riesgo de presentar complicaciones a la hora del parto, la salud de su bebé, sin contar con el aspecto emocional, porque la mayoría pierde a sus parejas.
“Para nadie es un secreto que el embarazo adolescente es un problema social, porque a menor edad la relación de pareja es muy inestable. En los estudios que hemos hecho, determinamos que el 54 por ciento de las adolescentes son abandonadas por sus parejas, incluso desde el momento en el que se enteran del embarazo”, dice Nubia Farias, pediatra de la Universidad Nacional, que trabaja con adolescentes gestantes de la localidad Rafael Uribe en Bogotá, junto con un grupo de estudiantes de medicina y pediatría.
Dice Farias que en este ambiente muchas jóvenes ven el embarazo como una manera de independencia y autonomía de sus familias y buscan un hijo para sentirse autosuficientes. Sin embargo, las adolescentes de mayor edad, que se acercan a la etapa de adultas jóvenes, optan por ser madres de familia, tras haber escogido una pareja y crear un proyecto de vida.
“Las causas de estos embarazos tempranos están ligadas a la pobreza y a la falta de educación, eso es innegable y lo han reconocido todos los grupos de investigación y la situación se ve como un gran riesgo social”, confirma Farías.
También se suma el inicio temprano de la sexualidad. Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2005) hay niñas que comienzan su vida en pareja a los 12 años.
Efectos en el niño
Según Julio César Reina, puericultor (experto en infancia) del Centro Médico Imbanaco en Cali, las mujeres jóvenes tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones durante el embarazo, debido a la inmadurez de su organismo. “En los países en desarrollo, por ejemplo, tienen bajo peso al nacer y mayor morbimortalidad (probabilidades de presentar enfermedades o de morir). Un estudio que se realizó en el sector de Aguablanca en Cali, determinó que el 25 por ciento de las niñas había tenido su primera experiencia sexual a los 15 años y el 42 por ciento a los 12 años.
Estas mujeres tienen mayor riesgo de presentar un parto prematuro, mortalidad del bebé, anemia, sangrados, eclampsia (elevación de la presión acompañada de convulsiones, niños con bajo peso, entre otras complicaciones.
La familia y la prevención
Un buen ambiente familiar es un factor ideal que ayuda a disminuir la tasa de embarazos adolescentes, pero cuando estos se presentan, los padres o los adultos a cargo, comprenden y respaldan a la adolescente en el proceso. Esto garantiza también un adecuado crecimiento y desarrollo del bebé.
“Estudios médicos realizados en Inglaterra – dice la pediatra Farias - aseguran que no es útil explicarles a los jóvenes solamente sobre los métodos de anticoncepción, sino ofrecerles proyectos de vida, perspectivas de estudio, y además, sitios a donde puedan acudir por información o por los métodos, programas de atención y prevención integral, lugares en donde sean recibidos amablemente y tengan atención médica, espacios de socialización. Ese sería el ideal que pretendemos tener”.
Los adolescentes deben encontrar en casa y en los adultos, una guía, la imagen para imitar; es importante que tengan un adulto significativo que los acompañe y que las respalde para estar crear así proyectos de vida.
Muchos creen que la información induce a la promiscuidad; sin embargo, es la falta de esta la que los pone en riesgo. Adultos capacitados que informan a los jóvenes aportan a que menos niños nazcan sin haber sido deseados.
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